martes, 16 de agosto de 2016

LA NIÑA VENDEDORA DE FRUTAS BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO

LA NIÑA VENDEDORA DE FRUTAS
La niña vendedora de frutas
óleo sobre lienzo 76 x 61 cm
Museo Puskin , Moscú





Tal vez el Murillo más conocido por el público sea el de las Inmaculadas, pero hay otro Murillo, el de los niños de la calle, el de los pilluelos harapientos y piojosos que se reparten un melón robado, juegan a los dados o comparten almuerzo en aquella Sevilla que se hundía en la miseria, abrumada por los impuestos y la pujante rivalidad de Cádiz, tras la peste del 49.




El interés por los niños es recurrente en su obra y pronto pasa de la anécdota secundaria a ocupar el centro del cuadro, en línea con la evolución del sentimiento católico del Barroco, como atestiguan el Buen Pastor o los Niños de la Concha. En el Niño espulgándose, sin embargo, encontramos el primer tratamiento profano del tema. Se trata todavía de un cuadro de luces crudas, al estilo de Zurbarán, que desprende una sensación de tristeza y abandono.

Más adelante el maestro suaviza esta manera con luces tamizadas por un cielo nuboso, pincelada más amplia y fluida, que le permite un esfumado ensoñador, y gestos de una alegría vital que contrasta con los harapos que visten los niños, lo que lleva a algún crítico a afirmar que son cuadros absurdamente poéticos. Hay no obstante varias justificaciones para ello:


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En el cuadro La niña vendedora de frutas el artista pierde en gran medida la severa rectitud y despiadada  veracidad de sus predecesores , adquiere una mayor suavidad , lirismo, sensibilidad , es de una ligera y seductora idealización. Esta obra pertenece a los años cincuenta y es uno de los géneros preferidos del autor ,. Murillo subraya el carácter popular y la absoluta naturalidad de la imagen.

Los rasgos de este rostro de boca grande son sencillos y poco hermosos , pero iluminados con una alegre sonrisa . Con su inocencia , actitud confiada hacía el espectador la niña campesina suscita en éste un sentimiento de profunda simpatia Las frondosas coronas de los árboles y las ligeras nubes sobre el fondo del cielo, parecen secundar el aire lírico creado por el artista . El tono plateado unifica todos los colores de la rica gama cromática del cuadro creando una impresión etérea en el espacio.


Mercedes Tamara
16-08-2016

Bibliografia : Guia de los Grandes Museos

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