RETRATO DE LA CONDESA MATHIEU DE NOAILLES 1913
Retrato de la condesa de Mathieu de Noailles de Ignacio Zuloaga Zabaleta óleo sobre lienzo 152x195 cm Museo de Bellas Artes de Bilbao |
La princesa Anna-Elisabeth de Brancovan ( 1876-1933 ) parisina de origen greco-romano , contrajo matrimonio en 1897 con el conde Mathieu de Noailles de quien adquirió el nombre y el título nobiliario .
Dedicada a la poesía , la condesa Anna Mathieu de Noailles obtuvo su primer triunfo con Le coeur innombrable en 1901 y llegó a conseguir en el mundo literario francés ,mediante unas obras poéticas muy refinadas en la que reflejaba fundamentalmente la vida mundana y sus estados de espíritu , el difícil éxito como escritora.
Consolidada como uno de los personajes más interesantes de París de la Belle Époque, la condesa celebró en su casa uno de los " salones literarios " más prestigiosos del momento, donde reunió a buena parte del París intelectual , en el que ya,en 1913 , se encontraba Ignacio Zuloaga . Ese año durante el mes de julio como símbolo de admiración y amistad , el pintor acometió en su estudio el retrato de la poetisa.
Zuloaga, sigue la representación característicos de sus retratos, divide el lienzo en dos planos.La condesa aparece en primer término , reclinada sobre un diván , donde ese año por motivos de salud recibía habitualmente a sus invitados,
interrumpiendo momentáneamente su lectura .
En esta" pose allongée " una fuerte iluminación destaca su presencia , mientras su vestido , compuesto por gasas y tules rosas-malvas y anaranjados , se encuentra resaltado por el contraste cromático del raso verde del diván. Su busto se erige vigorosamente y está enmarcado por su oscura cabellera , que, junto a sus labios , su mirada y sus rasgos orientales acentúa la sensualidad expresiva e intelectual de la condesa y, con ello,la profundidad psicológica . Sin embargo, la seducción física de su cuerpo ha sido anulada por las sueltas vestiduras " que
Zuloaga estiliza como conviene a su arabesco ".
El segundo plano , realizado a modo de telón de fondo , anula toda la intención de perspectiva . Zuloaga, a diferencia de algunos de sus retratos más característicos, prescinde aquí de todo lo simbólico y opta por un celaje flanqueado por pesados cortinajes, subrayando así su carácter escenográfico y enalteciendo aún más
a la poetisa. Por último, el pintor dispone sobre una mesa unos libros , que evocan la profesión de la representada , un collar de perlas, distintivo de la pasión y un jarrón de rosas, símbolo del amor. Un pequeño compendio simbólico de la producción artística de la condesa y que es, a su vez, una reintenpretación del tema dela vanitas del barroco español.
Mercedes Tamara
14 abril 2012
Bibliografía . 1001 Pinturas que hay que ver antes de morirse, Edic
Bibliografía . 1001 Pinturas que hay que ver antes de morirse, Edic
Grijalbo
Artehistoria
No hay comentarios:
Publicar un comentario