Mostrando entradas con la etiqueta SEVILLA MANUEL GARCÍA RÓDRIGUEZ. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta SEVILLA MANUEL GARCÍA RÓDRIGUEZ. Mostrar todas las entradas

sábado, 27 de septiembre de 2014

COMPÁS DEL CONVENTO DE SANTA PAULA, SEVILLA MANUEL GARCÍA RÓDRIGUEZ

COMPÁS DEL CONVENTO DE SANTA PAULA, SEVILLA , 1920-1925



Compás del convento de Santa Paula, Sevilla
óleo sobre lienzo 73,7 x 97,8 cm
Colección Carmen Thyssen, Museo Thyssen, Málaga




Con un sentido colorista y descriptivo, siempre con la presencia femenina entre una abundante floresta, esta pintura de la última etapa de la producción de García Rodríguez recoge un pintoresco y sevillanísimo rincón perteneciente al compás del célebre convento de Santa Paula, un lugar emblemático y de carácter de lo que ha venido tradicionalmente, incluso desde los primeros viajeros románticos, considerándose como sevillano.

En relación con el lugar en cuestión, el célebre convento sevillano, con su conocida portada mudéjar de azulejería renacentista debida a Niculoso Pisano en su compás, y tan ensalzada por visitantes e historiadores, queda eludida en esta pintura. García Rodríguez, por contra, prefiere el argumento más ecléctico y popular del entorno del jardín, al que también se incorporan algunas notas luministas sobre el monumento emboscado.


El lienzo recoge un encuadre de la cabecera de la iglesia conventual con las gárgolas y la crestería gótica y un rincón del jardín adyacente. En torno a una alberca (hoy desaparecida), en primer plano, aparece todo un repertorio de macetas de rosales, claveles y geranios junto a la casa del guardés, a cuya entrada se halla colgada una jaula de canario que canta en una soleada mañana. Posee esta obra unas características y una especial atención a detalles descriptivos que apuntan, como en el caso de Jardines del Alcázar (p. *), a un preciosismo de carácter ilustrativo popular, donde se deja entrever ciertas reminiscencias de las ilustraciones modernistas.


De hecho, este tipo de pinturas de la producción de García Rodríguez, en especial las de su última etapa, están entendidas a modo de pinturas emblemas de un «jardín de los sentidos» sevillano; un aspecto cultural local mantenido desde visiones anteriores por artistas y escritores. Se establece así una solución de continuidad en cuanto a la atención a este tipo de temas dentro de una sensibilidad común, que iría desde los Bécquer hasta José M.ª Izquierdo, pasando por Romero Murube o Cernuda.

En este sentido, resulta muy reveladora la descripción que ya en 1894 publicó el historiador y gran hombre de la cultura sevillana José Gestoso; una descripción muy ajustada y de acentos bécquerianos que tiene mucho de coincidente y de valoración de la personalidad de este singular espacio ajardinado. Dicha descripción fue publicada a modo de introducción de la obra Páginas sevillanas, perteneciente a otro escritor relevante, en lo que se refiere a la definición de «lo sevillano», como fue Manuel Chaves.



Mercedes Tamara
27-09-2014


Bibliografía : Juan Fernández Lacombe, Colección Carmen Thyssen, Museo Thyssen, Málaga


domingo, 21 de septiembre de 2014

PATÍO INTERIOR, SEVILLA MANUEL GARCÍA RÓDRIGUEZ

PATÍO INTERIOR, SEVILLA 1920
Patío interior, Sevilla
óleo sobre lienzo 59,7 x 69,9 cm
Colección Carmen Thyssen , Museo Thyssen, Málaga

Empleando una perspectiva central un tanto forzada, García Rodríguez nos propone una composición con unas claras intenciones descriptivas. La escena recoge la tranquila vida doméstica en el interior de un patio sevillano en una soleada mañana dominical. La mantilla con peineta de una de las mujeres de la pareja que conversa, así como el misal que porta entre sus manos, parecen confirmarlo. Su compañera, en cambio, porta mantoncillo, flores en el pelo y abanico; parece de extracción popular, pudiendo tratarse de una vecina o sirvienta.


Ya en 1896 el comentarista E. Sedano, refiriéndose a los paisajes de García Rodríguez, recogía la opinión de que «simulan decoraciones de teatro. Fondo primero y laterales después». La escena, entre teatral y escenográfica, bien pudiera servir de telón de fondo para cualquiera de las comedias de los hermanos Álvarez Quintero, o servir también de escenario con cruce de personajes de las novelas de temática sevillana de autores del momento, como Pérez Lugín, Muñoz San Román, de las crónicas de J. Andrés Vázquez, o de los relatos costumbristas de moral edificante del que fuera canónigo y amigo personal de nuestro artista, Muñoz y Pabón, fiel custodio e inspirador también de las costumbres y devociones populares sevillanas.

La hora del mediodía permite contemplar con complacencia los efectos de luz que envuelven balcones, flores y detalles: el airoso y sensual conjunto de la buganvilla roja que se apoya sobre la columna central; las tupidas macetas de geranios y claveles, trepadoras e ipomeas que se enredan en los balcones de las galerías altas a la izquierda del conjunto; o las macetas de kentias dispuestas bajo las arcadas. Se trata de un verdadero muestrario de interiorismo sevillano, en el que en un mismo espacio coexisten elementos señoriales y de la tradición popular, vistos con una mirada en gran parte renovada por las estéticas modernistas y sus efectos: luz, policromía y cierto dinamismo visual, dentro de un universo sensual o paraíso doméstico. Las numerosas jaulas con canarios cantarines, las rejas de forja, la cancela de traza sinuosa que conecta con el zaguán y, a través de éste, con la plaza exterior de la iglesia, la fuente centrada adornada con macetas de crisantemos, los zócalos de azulejería trianera, las macetas de cerámica de época que contienen las palmeras exóticas, el suelo de olambrillas, y hasta el conjunto de sillas chippendale; todos los elementos descritos hablan de un contexto de detalles que regalan los sentidos, e ilustran sobre un pasado esplendor.

Historia, pasado popular, luz, colorido, sonidos y murmullo doméstico placentero, constituyen, sin estridencias, el ámbito de lo femenino y entrañable. Toda una valoración de lo sevillano nada ajena al artista, que se sitúa en los debates sobre la singularidad de la arquitectura sevillana –con la que se identificaría–, como rasgos locales de ostentación de clase, a la vez aristocratizante y tradicional; la nueva burguesía sevillana en los prolegómenos de la Exposición Iberoamericana de 1929.


Mercedes Tamara 
21-09-2014


Bibliografía : Juan Fernández Lacomba, Museo Carmen Thyssen, Málaga