El entierro del conde Orgaz
óleo sobre madera 480x 360 cm
Toledo, Santo Tomé
Al igual que en Santo Domingo el Antiguo, El Greco vuelve a recibir el encargo de decorar una capilla funeraria . Para esta ocasión crea la pintura más famosa de su carrera conservándose en el mismo lugar para el que fue pintada. Representa una vieja leyenda toledadana y rememora un hecho real : la iglesia parroquial de Santo Tomé alberga los restos de D. Gonzalo Ruíz de Toledo, conde de Orgaz, muerto en 1323 después de una vida dedicada a obras de caridad para la iglesia de Toledo. Según la leyenda , estas virtudes fueron recompensadas con un milagro ocurrido durante el funeral , cuando descienden de los cielos San Agustín y San Esteban que le depositan en la sepultura diciendo " tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirven ( San Román, 1982 ) . La tradición quedó recogida por los cronistas de la ciudad , entre ellas Francisco de Pisa, Pedro Alcocer y el propio Alonso de Villegas.
En su testamento , D. Gonzalo deja ordenado que la villa de Orgaz destine una renta anual a la parroquia de Santo Tomé en concepto de limosnas y donativos . Pero a mediados del siglo XVI, los vecinos de la villa se negaron a seguir suministrando tal mandado y entonces cuando el párroco D. Andrés Nuñez, decide iniciar un pleito ante la Chancilleria de Valladolid . En abril de 1569, la sentencia le es favorable y para conmemorar su victoria encarga al humanista Alvar Gomez de Castro un epitafio que recordará el suceso y su triunfo ante la justicia. También decide pedir a Roma el reconocimiento oficial del milagro , dado el ambiente de la Contrarreforma que deseaba desterrar tradiciones y leyendas no probadas. D. Andrés emprende la culminación de su campaña y le encarga al pintor más famoso de su parroquia un gran lienzo que conmemore el recuerdo del conde de Orgaz y el premio milagroso a sus buenas obras.
Estructurado en dos escenas , la composición de la parte baja rememora con exactitud una misa de difuntos . El fiel es conducido a través del paje que con su gesto parece decir " párate y mira " poniendo gesto a las palabras del epitafio de Alvar Gómez de Castro. Es el único personaje que tiene una identificación concreta ya que el pequeño pañuelo que sobresale del bolsillo , además de la firma del pintor, muestra la fecha de 1578, año del nacimiento de Jorge Manuel, el hijo del artista que en el momento de realizar esta composición contaría con unos nueve años de edad. Después, sobre un fondo neutro creado por la disposición de los testigos ,dispone el choque cromático marcado por la escena central. San Agustín , anciano y barbudo, viste mitra y capa pluvial en la que aparecen representados Santa Catalina, Santiago y San Pablo, sostienen la cabeza del difunto cuyo cuerpo se dispone a ocupar el lecho fúnebre . A los pies, San Esteban luce la dalmática en la que está bordada la escena del martirio.
San Francisco y un fraile trinitario a nuestra izquierda se corresponde con la figura de perfil,con capa pluvial en la que los bordados con calaveras inciden en la liturgia de difuntos acompañados por la imagen de Santo Tomás con la escuadra de carpintero . Este símbolo´iconográfico invita a creer que se trata del retrato de D. Andrés Nuñez , el párroco que se incluye como oficiante . De tres cuartos , con sobrepelliz blanca , propia de la misa de funeral , el ayudante abre los brazos y eleva la mirada al cielo , mientras que otro, de frente y con la mirada perdida , sostiene la cruz procesional . Es complejo cifrar todos los hallazgos pictóricos y estílisticos que se vuelcan sobre esta escena .
La presencia de los " insignes varones " atavíados a la moda del siglo XVI , con el negro español, refuerzan el valor testimonial del milagro que presencian ensimismada y silenciosamente. Una gestualidad contenida pero suficiente crea la atmósfera del milagro . Estilísticamente, El Greco resuelve esta parte de la composición con toda la fuerza del realismo aprendido del arte italiano. El verismo de los rostros, algunos se han querido identificar con D. Antonio de Covarrubias, su gran amigo, de perfil y con la mirada baja o su autorretrato en el rostro que, desde atrás , mira fijamente al espectador. Realista es la atención a las texturas y al cuidado de las superficies. La transparencia del blanco que porta el oficiante, los reflejos metálicos de la armadura damasquinada , las ricas telas de las vestiduras eclesiásticas que recuerdan a la de Alonso Sánchez Coello pinta en El Escorial, o la fuerza de los rostros y los gestos indican lo mejor de su estilo. Sin olvidar cierto bizantinismo , en el tratamiento isocefálico de los personajes o en la presencia irreal de unos bachones o velas que no arrojan luz en las sombras.
Este rasgo de irrealidad es el que preside la parte superior. Lo que abajo es escala humana, arriba se transforma en un canon descorporeizado.La tonalidad monocroma que reina en la escena del funeral . da paso a luces irreales y colores centelleantes . La quietud cede ante el dinamismo de los escorzos , como la " serpentinata "que describe el ángel portando el alma del difunto . Para la composición superior , centrada por la "deesis " bizantina , esto es, Cristo, la Virgen y San Juan. El Greco se inspira en el texto litúrgico propio de la misa de difuntos que lee el párroco ....que los ángeles te conduzcan al paraíso y que los mártires te reciban a tu llegada y te lleven a la ciudad de Jerusalén. Que el coro de ángeles te reciba para que puedas descansar eternamente con el que fuera el pobre Lázaro... En el ángulo de la derecha , sobre la nube y desnudo avanza Lázaro cuya resurrección constituye la promesa de la de toda la humanidad. Así como en la concepción del funeral se ha hablado de un precedente tizianesco, el Entierro de Cristo , para la visión de la gloria se han barajado modelos tan dispares como la Adoración de la Trinidad de Durero, la Gloria escurialense de Lucas Cambiaso o la de Tiziano. Al igual que hiciera éste, El Greco incluye entre los bienaventurados el retrato de Felipe II , en una muestra de generosidad y respeto hacía el monarca que le había rechazado.
En la pequeña capilla de Santo Tomé , donde permanece el milagro del conde Orgaz, el observador parece contemplar un teatro sagrado de múltiples significados . El reconocimiento de las buenas obras , la intercesión de la Virgen y los santos , la existencia de un juicio individual del alma, previo al juicio universal . Son lecciones que hacen de esta pintura la mejor " biblia de los iletrados " en términos del Concilio de Trento. A la par,El Greco vuelca en ella toda su carácter intelectual , lo que le convierte en una verdadera parábola , visual y teológica.
Mercedes Tamara
29 -agosto-2013
Bibliografía :El Greco El pintor humanista : Obras completas Edic Libsa
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario