viernes, 13 de septiembre de 2013

POEMA DE CÓRDOBA JULIO ROMERO DE TORRES


POEMA DE CÓRDOBA 1913-1915

Poema de Córdobaóleo sobre lienzo 32x 84 cm
Colección Thyssen Bornemizsa







En torno a 1908, Romero de Torres da un significativo giro a su pintura, adoptando un nuevo lenguaje plástico que lo confirmará como pintor después de una progresiva evolución estética, constatada ¬desde sus primeras obras. Como era habitual, frecuentó las Exposiciones Nacionales y comenzó la realización de algu¬nas de sus grandes y atractivas composiciones de simbólica iconografíaa, como Amor Sagrado y Amor ProFano (Córdoba, Colección Cajasur) , Nuestra Señora de Andalucía (Córdoba, Museo Julio Romero de Torres), el Retablo del Amor (Barcelona, Museu Nacional d’Art de Catalunya) o la Consagración de la copla (Venezuela, colección particular), realizados entre 1908 y 1912.

Hacia 1913, comenzó el Poema de Córdoba ¬(Córdoba, Museo Julio Romero de Torres), que presentó a la  Exposición Nacional de 1915. Ésta es, sin duda, una de las obras más expresamente simbólicas de toda su producción pictórica y la mejor exaltación plástica que nunca se ha hecho de la ciudad. Definida por el «Caballero del Gabán Verde» como «la reencarnación en figuras de mujer de las grandes epopeyas ¬cordobesas», resume en buena medida la relación del pintor con su ciudad, la cual, a pesar de los años transcurridos en Madrid, siempre tuvo presente.

El Boceto del Poema de Córdoba presenta un formato marcadamente horizontal, resaltando las ver¬ti¬cales impuestas por la división de las escenas y las figuras femeninas, de pie. De izquierda a derecha ¬representa el lienzo preparatorio a Almanzor (posteriormente reconvertido en el Gran Capitán), san Pelagio, Maimónides, Séneca, Góngora y Lagartijo: guerrero, santo, filósofos, escritor y torero, que se reconocen como algunos de los personajes más sobresalientes de la historia local y que son trasladados a la composición definitiva e identificados con la «Córdoba guerrera», la «Córdoba religiosa», la «Córdoba judía», la «Córdoba cristiana», la «Córdoba romana», la «Córdoba barroca» y la «Córdoba torera», representadas cada una de ellas por una mujer. Mantiene prácticamente igual la distribución de las alegorías en boceto y composición final, con las excepciones de un cambio de orden en la ubicación de la «Córdoba religiosa» y la «barroca». En cuanto a la composición de las diferentes figuras, el cambio afecta de nuevo a éstos dos paneles y al central, asociado con la «Córdoba cristiana»


. Repite Romero de Torres en esta singular composición el esquema formal de retablo, recurso compositivo de tradición cristiana que utiliza en otras obras, como el Retablo del Amor o Santa Inés (Córdoba, Museo Julio Romero de Torres). Refleja en el boceto incluso algunos trazos que luego serían los marcos de madera dorada que darían unidad formal a los siete paneles independientes que componen el Poema de ¬Córdoba.Para la «Córdoba guerrera», asociada al Gran Capitán, usa como modelo a Dolores Castro, ¬«Pirola, la gitana», ataviada con un vestido ricamente bordado y semicubierta con un amplio mantón. Tras ella aboceta un monumento a Gonzalo Fernández de Córdoba, que se completa en la composición final con parte de las fachadas del palacio de los Páez de Castillejo (actual Museo Arqueológico y Etnológico) y de la mezquita-catedral.

Siguiendo el boceto , Julio Romero representa a san Pelagio, identificado con la «Córdoba religiosa», para el que tuvo como modelo a Rafaela Ruiz, a la que pinta de frente, con vestido y mantilla negros y un libro entre sus manos. El fondo está ocupado por el apacible entorno de la plaza de Capuchinos. Modificadas la ubicación del panel y la postura de la figura femenina –que ahora cruza sus manos ante el pecho–, mantiene en la composición final la sobria fachada del convento capuchino y el famoso Cristo que también da nombre a la popular plaza, bajo el cual sitúa el sepulcro del obispo Osio.

Maimónides se identifica con la «Córdoba judía», sirviéndole de modelo Amalia Fernández, «la Gitana». Repitiendo actitud y atuendo, cambia ligera¬mente el fondo, sustituye el paisaje por el portillo de la calle de la Feria y la casa y fuente de la Fuenseca, delante de los cuales sitúa un hipotético monumento al médico y filósofo judío, asociando una vez más una serie de entornos urbanos físicamente muy distantes en la ciudad.

Para la escena central, de mayor altura que las restantes, sin identificación con ningún personaje en el boceto y asociada a la «Córdoba cristiana» en la pintura definitiva, tendrá como modelos a Adela Portillo, primera esposa del guitarrista Andrés Segovia, y a Rafaela Torres. Es aquí donde más diferencias se aprecian entre las dos versiones. Los fondos abocetados se transforman en dos edificios de clara tradición local, ante los cuales sitúa una fuente. Modifica las posturas de las mujeres de aspecto popular, una sentada y otra detrás de pie, en un homenaje al arcán¬gel san Rafael, cuya figura en plata y oro –evocando la importancia de la orfebrería cordobesa– copia a Valdés Leal y es sostenida en alto por dos mujeres, una burguesa y otra popular que unifican la devoción de la ciudad a su custodio.

Adela Moyano encarna la «Córdoba romana», asociada a Séneca. Repite similar vestido y mantón a los usados en la «Córdoba judía», cambiando casi exclusivamente el color del mantón. Tras esta serena figura, un abocetado edificio que no es otro que la puerta del Puente, conmemorativa de la entrada en la ciudad de Felipe II, y delante, otro monumento imaginario, esta vez a Séneca.Góngora no podía dejar de ser quien simbolizara la «Córdoba barroca», para la que posó Encarna Rojas. Cambia aquí sustancialmente la composición de la figura, que de estar en el boceto casi de frente y con un libro entre sus manos, pasa a mantener los brazos recostados sobre un alto pretil en el que descansa un gran mantón negro. Al fondo, los barandales de la Ribera sobre el Guadalquivir, algunos edificios y de nuevo el repetido monumento al personaje homenajeado.

En el último de los paneles, la «Córdoba torera», simbolizada por uno de los califas del toreo cordobés, Lagartijo. Su modelo es ahora Ángeles Muñoz, envuelta en un sugestivo mantón rojo, y al fondo, la plaza de la Corredera, tan ligada a los oríge¬nes de la fiesta de los toros en la ciudad y en ella, el mismo ¬monumento a Lagartijo que poco antes pintó en Machaquita (Córdoba, Museo de Bellas Artes).

Además del boceto preparatorio, para algunas de las figuras usó Romero de Torres varios dibujos (Córdoba, Museo de Bellas Artes) realizados a partir de 1906 en el Museo del Prado, encontrándose una relación especial entre Una manola: Leocadia Zorrilla de Goya, con la mujer de la «Córdoba romana», aunque su postura está invertida.

Una mujer –cuya composición en algún caso retoma de obras anteriores, como Flor de santidad (Córdoba, Museo Julio Romero de Torres) o el ¬Cartel de la Feria de Córdoba de 1913–, un imaginario monumento conmemorativo a grandes personajes cordobeses, una peculiar interpretación del urbanismo cordobés –pues los edificios de las pinturas de Julio Romero a menudo son reales, pero no así su ubicación en la trama urbana de la ciudad–, y la aparición de pequeñas escenas o figuras secundarias que se repiten en algunas otras de sus pinturas, serán los nexos de unión entre estas siete alegorías de Córdoba, magníficamente plasmadas por uno de sus artistas más representativos. 

Mercedes Tamara
13 -09-2013


Bibliografía : Julio Romero de Torres " Entre el mito y la realidad " Col Carmen                                     Thyssen Bornemizsa

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