lunes, 7 de octubre de 2013

EL CONJURO O LAS BRUJAS FRANCISCO DE GOYA

EL CONJURO O LAS BRUJAS 1797-1798
EL 
El conjuro o Las brujas
óleo sobre lienzo 41x 10 cm
Museo Lázaro Galdano , Madrid



Como otros cinco, este cuadro formaba parte de la serie que el pintor terminó entre 1797 y 1798. Goya se adentró en lo oculto , describiendo actos de brujería y de adoración satánica  para deleite de un público elitista. El gusto por lo macabro estuvo muy de moda en aquellos años; en lo grotesco y terrorífico. La gente encontraba titilantes maneras de sobrecogerse. Goya los vendió a los duques de Osuna en 1798.
En lo más hondo de la noche , sólo los personajes centrales están iluminados por un siniestro resplandor; la luna vieja aparece en el firmamento, pero no irradia luz alguna. Descendiendo por todos lados, los búhos, criaturas nocturnas a menudos asociados con la muerte y el díablo, anuncian una tétrica reunión. El nexo entre las aves y la grey de abajo queda claro con la bruja que baja de las nubes mientras entrechoca un par de tibias para indicar el inicio de la cermonia. La bruja de en medio, una demacrada, carnosa y fea mujer con un mantón amarillo , extiende sus brazos hacía el amedrentado hombre del rincón inferior derecho, vestido con una camísola, hace un gesto de súplica. Aterrorizado , el hombre se aparta de las retorcidas manos y la lasciva boca de la bruja. Paralelamente a la literatura barata de la época, el cuadro sugiere que en el mundo hay activas fuerzas oscuras que pueden materializarse en cualquier momento, para arrancarnos de la existencia normal.
Las brujas de atrás realizan ritos satánicos . Goya acentuó el impacto de la escena al representarlos como inversiones de los rituales cristianos más corrientes. Los personajes ilustran todos los mitos populares sobre la brujería . La hechicera calva y desdentada de la derecha lleva un cesto lleno de bebés; en la época, a menudo se acusaba a las brujas de secuestrar y asesinar ritualmente a niños, como parte de un sacrificio a Satán. Siguiendo la disimilitud , la demoníaca bruja es el reverso de la Virgen, tutora de jóvenes e inocentes. A la izquierda,una bruja sostiene una vacilante bujía que le proporciona una macilenta luz para leer en voz alta un libro de conjuros. Es una versión infernal de la lectura de las sagradas escrituras en la liturgia aceptada, junto a ella, una bruja con una capucha de de cuernos coronada con murciélagos inserta una aguja de calceta en un muñeco. Su gozosa mueca muestra el placer que le provoca tal tortura. En el extremo izquierdo una bruja vieja y jorobada levanta la mano. Se diría que está pronunciando un maleficio, una versión satánica de la bendición cristiana. En las oscuras formas que emergen del lóbrego panorama para fundirse en la negrura crepuscular, Goya plasma visualmente el poder de las encantaciones hechiceras.
Otras obras del período recurren a temas similares, entre ellas la del dramaturgo madrileño Antonio de Zamora , al cual Goya al parecer hace referencia directa. El efecto de la seríe de la brujería sobre el público es aún tema de debate y no se sabe si intentaban advertir  de un peligro inminente o era una mera burla de viejas aspiraciones. Al fin y al cabo, la Iglesia hacía siglos que proponía la existencia de brujas. No obstante, en los tiempos siguientes al Siglo de las Luces, estas creencias ya habían sido arrinconadas por el nuevo empirismo racionalista.
Entre ambos polos, Goya ocupa un insólito punto equidistante. El pintor era una persona escéptica  que dejó constancia escrita de su rechazo a tales fantasmagorías.No obstante, en muchas de sus obras ( especialmente grabados ) demuestra una fascinación con las supercherías del pueblo llano y un respeto por su férrea fe en la existencia del infierno. Parece que el cuadro escenifica el desasosiego entre la ausencia con el poder de la fe y el desdén por ella. 
Mercedes Tamara
7-10-2013



Bibliografía : Goya, Edit Biblioteca El Mundo

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